Henry, de setenta años, siempre había sido activo y lleno de energía. Sin embargo, al entrar en la edad dorada, empezó a experimentar frecuentes episodios de fuertes dolores de cabeza, falta de aliento, hemorragias nasales ocasionales y palpitaciones.
Un día, durante una revisión rutinaria, Henry recibió noticias inquietantes de su médico. Su tensión arterial era constantemente alta y le diagnosticaron hipertensión. Este diagnóstico fue un shock para Henry, que siempre se había enorgullecido de su estilo de vida saludable y creía estar en buena forma.
La historia de Henry resuena con los 122 millones de personas que padecen hipertensión en Estados Unidos. Según las estadísticas, uno de cada dos estadounidenses mayores de 20 años padece hipertensión o es propenso a padecerla. La presión hemodinámica elevada, o hipertensión, es un problema de salud común en personas de todas las edades. Sin embargo, se hace cada vez más prevalente y más difícil a medida que envejecemos. La hipertensión puede provocar cardiopatías crónicas, accidentes cerebrovasculares y otras complicaciones de salud. Estos datos alarmantes sobre la hipertensión exigen la atención de todas las personas para que puedan sobrellevar la hipertensión de forma segura y prevenir las afecciones crónicas asociadas a esta enfermedad.
Comprender la nueva tensión arterial normal para las personas mayores
La hipertensión arterial en personas mayores se produce cuando la presión arterial sistólica (la cifra superior) es igual o superior a 130 mm Hg y la presión arterial diastólica (la cifra inferior) es igual o superior a 80 mm Hg. Hay varias razones por las que las personas mayores son más propensas a la hipertensión:
Endurecimiento de las arterias
A medida que las personas envejecen, sus arterias pierden flexibilidad de forma natural, una afección conocida como arteriosclerosis. La arteriosclerosis hace que las arterias pierdan su capacidad de dilatarse y contraerse con eficacia, lo que dificulta el flujo sanguíneo a través de ellas. Esta rigidez aumenta la resistencia dentro de las arterias, lo que provoca un aumento de la presión hemodinámica. Es importante comprender que el corazón tiene que trabajar más para bombear sangre a través de estas arterias más rígidas, lo que contribuye a aumentar la presión arterial de las personas mayores. Esta afección suele denominarse "hipertensión sistólica" porque afecta principalmente a la presión arterial sistólica (la cifra más alta en una lectura de la presión arterial).
Cambios hormonales
El envejecimiento se asocia a cambios hormonales tanto en hombres como en mujeres, pero en las mujeres la menopausia desempeña un papel importante. Durante la menopausia, los ovarios producen menos hormonas, entre ellas estrógenos. El estrógeno tiene un efecto protector sobre el sistema cardiovascular, ya que ayuda a mantener relajados los vasos sanguíneos y a mantener un flujo sanguíneo saludable. Con la disminución de los niveles de estrógenos, las mujeres corren un mayor riesgo de desarrollar hipertensión. Este cambio hormonal es un factor que contribuye a la hipertensión en las mujeres mayores. Sin embargo, es importante señalar que los hombres también pueden experimentar cambios hormonales que influyen en la presión arterial a medida que envejecen. Por ejemplo, algunos estudios asocian los desequilibrios de hormonas como la aldosterona con la Hipertensión.
Factores relacionados con el estilo de vida
La elección del estilo de vida es fundamental para controlar la presión arterial de las personas mayores. El sedentarismo, los malos hábitos alimentarios y el aumento de peso pueden influir significativamente en la PA. El comportamiento sedentario, como permanecer sentado durante periodos prolongados, puede provocar un aumento de peso y una pérdida de masa muscular, lo que dificulta al organismo el control de la presión cardiovascular. Los hábitos alimentarios poco saludables, en particular una dieta rica en sodio (sal), pueden hacer que el organismo retenga líquidos en exceso, lo que provoca un aumento de la PA. El aumento de peso suele asociarse a un mayor riesgo de hipertensión, ya que supone un mayor esfuerzo para el corazón y una mayor demanda de oxígeno y nutrientes.
Medicamentos
Algunos medicamentos prescritos para enfermedades relacionadas con la edad pueden aumentar inadvertidamente la PA. Por ejemplo, los antiinflamatorios no esteroideos (AINE), utilizados habitualmente para el dolor y la inflamación, pueden provocar retención de agua y sodio, elevando la PA. Del mismo modo, ciertos descongestivos e incluso algunos antidepresivos pueden tener este efecto. Es fundamental que los profesionales sanitarios estén al tanto de todos los medicamentos que toma una persona mayor y que controlen la tensión arterial con regularidad para ajustar los planes de tratamiento según sea necesario.
Consecuencias de la hipertensión en los ancianos
La hipertensión arterial en la tercera edad puede tener graves consecuencias si no se controla.
- Enfermedades del corazón: Una PA elevada sobrecarga el corazón y aumenta el riesgo de cardiopatías, infartos e insuficiencia cardíaca congestiva.
- Accidente cerebrovascular: La hipertensión es una de las principales causas de accidentes cerebrovasculares, sobre todo en las personas mayores.
- Problemas renales: La hipertensión puede dañar los vasos sanguíneos de los riñones y provocar enfermedades renales.
- Problemas de visión: La hipertensión puede dañar los vasos sanguíneos de los ojos, provocando problemas de visión o incluso ceguera.
- Declive cognitivo: Existen pruebas que sugieren una relación entre la tensión arterial y el deterioro cognitivo en los adultos mayores.
Consejos para controlar la hipertensión en los ancianos
El control eficaz de la hipertensión arterial en los adultos mayores es crucial para prevenir los riesgos para la salud que conlleva. Según el Colegio Americano de Cardiología, "en las personas mayores de 80 años, el objetivo es reducir la presión arterial sistólica a menos de 130 mm Hg para disminuir los riesgos de cardiopatía, ictus y otras afecciones". He aquí algunas normas básicas para mantener su BP bajo control.
Control periódico de la tensión arterial - Las personas mayores deben controlar su tensión arterial con regularidad, idealmente todos los días a la misma hora. Los tensiómetros domésticos son fáciles de conseguir y de usar, y cuestan entre $30 y 100 euros. Los estudios demuestran que la monitorización domiciliaria ayuda a casi 75% de las personas a controlar mejor su PA cuando se combina con cambios en el estilo de vida y medicación en caso necesario.
Cumplimiento de la medicación - Si está tomando medicamentos con receta para la hipertensión arterial u otros problemas de salud, es fundamental que los tome según las indicaciones de su profesional sanitario y que no deje de tomarlos ni modifique la dosis sin consultar antes a su médico. Las revisiones periódicas de la medicación con un profesional sanitario, al menos cada 6 meses, son esenciales para abordar cualquier efecto secundario o posible interacción entre medicamentos.
Mantener una dieta sana - Los mayores deben mantener una dieta cardiosaludable rica en frutas, verduras, fibras, cereales integrales y proteínas magras. Los estudios clínicos demuestran que la dieta DASH, que incluye la reducción de sal y alimentos procesados, es muy eficaz. Los médicos también recomiendan hoy en día seguir la dieta mediterránea por su equilibrio y nutrición.
Mantente activo - La actividad física regular es beneficiosa para las personas mayores, ya que puede ayudar a reducir la tensión arterial de forma inmediata y a largo plazo. Actividades como caminar, nadar, bailar o practicar yoga suave y tai chi durante al menos 30 minutos al día la mayoría de los días pueden ayudar.
Gestión del peso - Las personas mayores deben procurar mantener un peso saludable, ya que el exceso de peso puede contribuir a la hipertensión (concretamente, a la tensión arterial alta). Según los Institutos Nacionales de la Salud, es seguro que las personas mayores tengan un índice de masa corporal (IMC) de entre 25 y 27. Aunque normalmente se considera "sobrepeso" para los adultos más jóvenes, los estudios sugieren que un IMC ligeramente superior en los adultos mayores puede proteger contra las deficiencias nutricionales y la osteoporosis. Sin embargo, es importante tener en cuenta que el IMC puede no ser la medida más precisa de la composición corporal y la salud de las personas mayores, ya que no tiene en cuenta factores como la masa muscular y la distribución de la grasa corporal.
Limitar el alcohol y la cafeína - Los mayores deben consumir alcohol y cafeína con moderación, ya que una ingesta excesiva puede elevar la PA.
Reducción del estrés - Las técnicas de control del estrés, como la respiración profunda, la meditación y los pasatiempos, pueden ayudar a reducir la tensión arterial.
Dejar de fumar - Dejar de fumar es una de las formas más eficaces de reducir el riesgo de cardiopatías y disminuir la tensión arterial. La nicotina de los cigarrillos eleva la tensión arterial y la frecuencia cardiaca, haciendo que el corazón trabaje más y aumentando el riesgo de desarrollar tensión arterial alta. Según los CDC, el tabaquismo causa alrededor del 20% de todas las muertes que se producen cada año en EE.UU., lo que lo convierte en la principal causa de muerte evitable. Fumar puede causar otras enfermedades graves como cardiopatías, accidentes cerebrovasculares, cáncer de pulmón y enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC), todas las cuales pueden aumentar el riesgo de desarrollar hipertensión arterial.
Visitas regulares al médico - Las personas mayores deben programar revisiones periódicas con su médico para controlar su hipertensión (en concreto, la tensión arterial alta) y recibir orientación sobre cómo tratarla.
Revisión de la medicación - Las personas mayores deben consultar con su médico todos los medicamentos, incluidos los de venta libre y los suplementos, para asegurarse de que no afectan negativamente a la tensión arterial.
¿Por qué tengo la tensión diastólica alta?
Varios factores pueden contribuir a una presión arterial diastólica elevada. La presión diastólica representa la fuerza en las arterias cuando el corazón está en reposo entre latidos. Cuando es alta de forma constante, puede ser señal de problemas de salud subyacentes como estrés, obesidad, mala alimentación rica en sodio, falta de actividad física, tabaquismo, consumo excesivo de alcohol, problemas renales, desequilibrios hormonales o determinados medicamentos. La presión diastólica alta también puede ser consecuencia de afecciones subyacentes como diabetes o enfermedades cardiovasculares. Es fundamental vigilar y controlar la presión diastólica alta, ya que puede aumentar el riesgo de cardiopatía, ictus y otras complicaciones. Consultar a un profesional sanitario para una evaluación adecuada y orientación sobre cambios en el estilo de vida, medicación o tratamientos es esencial para abordar y controlar eficazmente la presión arterial diastólica alta.