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Espondilitis Anquilosante: Síntomas, Causas y Diagnóstico

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Espondilitis anquilosante (AS) es una artritis inflamatoria de larga duración que afecta principalmente a la columna vertebral, causando dolor y rigidez continuos y pudiendo conducir a la fusión de los huesos vertebrales. Esta enfermedad no sólo repercute en el bienestar físico, sino que también afecta significativamente al funcionamiento diario y a la calidad de vida. Conocer a fondo sus síntomas, causas y diagnóstico es importante para identificar y aplicar medidas médicas adaptadas.

Causas de la espondilitis anquilosante 

La razón específica espondilitis anquilosante (EA)) sigue siendo incierta, aunque los expertos creen que la genética contribuye a su desarrollo. Un gen conocido como HLA-B27 es prevalente en la mayoría de los estadounidenses blancos diagnosticados de EA, pero su presencia en los afroamericanos con EA es de alrededor de 50%. Sin embargo, cabe destacar que no todos los individuos portadores del gen HLA-B27 desarrollan AS; de hecho, menos del 5% de ellos lo hacen.

La espondilitis anquilosante se observa con frecuencia en individuos de entre 17 y 35 años, aunque también puede manifestarse tanto en niños como en adultos mayores. Esta enfermedad afecta predominantemente a varones jóvenes, y a menudo existe una predisposición familiar a padecerla.

Síntomas de la espondilitis anquilosante

Los síntomas de la espondilitis anquilosante suelen aparecer y desaparecer con el tiempo y pueden variar de una persona a otra. Estos síntomas pueden incluir:

  • Dolor de espalda, que suele empeorar por la noche o durante los periodos de descanso.
  • Rigidez matutina
  • Adoptar una postura encorvada para aliviar el dolor de espalda
  • Una columna vertebral rígida e inflexible
  • Dificultad para respirar profundamente si están afectadas las articulaciones entre las costillas y la columna vertebral.
  • Pérdida de apetito y de peso
  • Fatiga persistente
  • Fiebre ocasional
  • Anemia
  • Molestias articulares
  • Inflamación leve de los ojos
  • Posibles daños en órganos como el corazón, los pulmones y los ojos
  • Erupciones cutáneas
  • Problemas digestivos como la enfermedad de Crohn o la colitis ulcerosa

Dado que muchos de estos síntomas pueden solaparse con otras afecciones, es importante consultar a un profesional sanitario para obtener un diagnóstico preciso.

Pruebas de la espondilitis anquilosante

El diagnóstico de la espondilitis anquilosante comienza con una revisión de su historial médico y una exploración física. Pueden ser necesarias pruebas adicionales, incluyendo:

Rayos X

Esta prueba de imagen emplea una dosis menor de radiación para generar imágenes de estructuras internas, huesos y órganos, lo que ayuda a detectar anomalías en la columna vertebral u otras regiones afectadas.

Velocidad de eritrosedimentación (VSG o velocidad de sedimentación globular)

Esta prueba identifica la rapidez con la que los glóbulos rojos se depositan en la base de un tubo de ensayo en un plazo de tiempo determinado. Cuando se produce una inflamación e hinchazón, las proteínas de la sangre, como el fibrinógeno, hacen que los hematíes se aglutinen y formen grupos denominados rouleaux. Estas aglomeraciones son más densas y se sedimentan más rápidamente que los glóbulos rojos individuales. Como resultado, una velocidad de sedimentación más alta puede determinar la presencia y el grado de inflamación en el organismo, lo que ayuda en el diagnóstico y el seguimiento de afecciones como infecciones, enfermedades autoinmunes y trastornos inflamatorios.

Una velocidad de sedimentación elevada sugiere una inflamación más intensa, frecuente en personas con espondilitis anquilosante. Aproximadamente el 70% de las personas con espondilitis anquilosante presentan esta afección.

Pruebas genéticas

Esta prueba se realiza para determinar si una persona es portadora de un gen mutado asociado a una enfermedad concreta. El gen HLA-B27, que se encuentra en más de 19 de cada 20 personas con espondilitis anquilosante, suele examinarse para apoyar el diagnóstico.

Medicamentos para la espondilitis anquilosante

El tratamiento de la espondilitis anquilosante varía en función de los síntomas individuales, la edad y el estado general de salud. La gravedad de la enfermedad también influye en la elección del tratamiento. Los principales objetivos del tratamiento son reducir el dolor y la rigidez, prevenir las deformidades y facilitar un estilo de vida normal. Varios opciones de tratamiento puede incluir:

  1. Antiinflamatorios no esteroideos (AINE): Estos medicamentos ayudan a reducir el dolor y la inflamación.
  2. Medicamentos biológicos: Estos medicamentos, como los inhibidores del factor de necrosis tumoral, se dirigen a moléculas específicas del sistema inmunitario para reducir la inflamación y la hinchazón.
  3. Inhibidores de la interleucina-17A (IL-17A): Estos medicamentos se dirigen a una proteína específica para reducir la inflamación y la hinchazón.
  4. Fármacos antirreumáticos modificadores de la enfermedad (FAME): Estos fármacos ayudan a controlar la inflamación y a tratar la espondilitis anquilosante. Un ejemplo de DMARD utilizado en el tratamiento de la espondilitis anquilosante es la sulfasalazina.
  5. Uso a corto plazo de corticosteroides: Estos fármacos se utilizan temporalmente para reducir la inflamación.
  6. Uso a corto plazo de relajantes musculares: Estos medicamentos se utilizan para aliviar el dolor intenso y los espasmos musculares.
  7. Cirugía: En algunos casos, puede ser necesaria una intervención quirúrgica para sustituir una articulación, insertar varillas en la columna vertebral o extirpar partes de hueso engrosado y endurecido.
  8. Mantener una postura correcta y hacer ejercicio con regularidad: Estas medidas de estilo de vida pueden ayudar a controlar los síntomas y mejorar la movilidad.

Es necesario comentar los posibles riesgos, beneficios y reacciones adversas de cada opción de tratamiento con el profesional sanitario para determinar el enfoque más adecuado para su enfermedad.

Para llevar 

Comprender la espondilitis anquilosante es crucial para las personas que sufren molestias persistentes, rigidez y una posible fusión vertebral. Esta artritis inflamatoria crónica afecta principalmente a la columna vertebral y las articulaciones principales, lo que repercute significativamente en el funcionamiento diario y la calidad de vida. Aunque los síntomas pueden variar, es esencial buscar atención médica para obtener un diagnóstico preciso mediante pruebas como radiografías, velocidad de sedimentación globular (VSG) y pruebas genéticas. Las opciones de tratamiento van desde la medicación, como los antiinflamatorios no esteroideos (AINE) y los medicamentos biológicos, hasta la cirugía y las modificaciones del estilo de vida, como mantener una postura adecuada y hacer ejercicio con regularidad.

Preguntas más frecuentes (FAQ)

¿Puede curarse la espondilitis anquilosante?

En la actualidad no existe cura para la espondilitis anquilosante. Sin embargo, con un tratamiento adecuado, que incluya medicación, fisioterapia y ajustes del estilo de vida, los síntomas pueden controlarse y el avance de la enfermedad puede ralentizarse, lo que permite a las personas llevar una vida satisfactoria. La detección y la intervención oportunas son cruciales para obtener mejores resultados.

¿Puede la dieta desempeñar un papel en el tratamiento de la espondilitis anquilosante?

Aunque no existe un dieta para la espondilitis anquilosanteEn el caso de la diabetes, mantener una dieta sana y equilibrada puede contribuir a la salud y el bienestar generales. Ciertos alimentos, como los ricos en ácidos grasos omega-3 y antioxidantes, pueden ayudar a minimizar la inflamación y aliviar los síntomas. Consulte a su médico o dietista para obtener recomendaciones dietéticas personalizadas.

¿Cómo afecta la espondilitis anquilosante a la salud mental?

Vivir con una enfermedad crónica como la espondilitis anquilosante puede afectar considerablemente a la salud mental y provocar sentimientos de frustración, ansiedad y depresión. Sobrellevar el dolor crónico, la fatiga y la movilidad limitada puede ser todo un reto. Es importante que las personas diagnosticadas busquen el apoyo de profesionales sanitarios, familiares y amigos, y que den prioridad al autocuidado y al bienestar mental.

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Escrito por BFH Staff Writer el 30 Mayo 2024

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